Hombre estresado
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La vulnerabilidad psicológica tiene que ver con la incapacidad de las personas para aguantar el estrés de su entorno, y en el caso que nos ocupa ese medio es la pareja en donde uno de los miembros, o los dos, pueden tener miedo a enfrentarse a situaciones que los incomodan.

Se trata de un problema bastante serio, que llega a afectar a muchos ámbitos de la relación y que puede terminar por romperla, ya que entre sus manifestaciones está la desconexión emocional, lo que no es nada positivo a la hora de convivir con otra persona.

¿Cómo afecta a nuestras relaciones de pareja?

Esta vulnerabilidad psicológica nunca es buena para la pareja, puesto que cuando una persona la experimenta se siente débil, asustada, y crea una barrera que es complicada de franquear.

Al final, incluso las relaciones sexuales se ven afectadas, en especial en el caso de los hombres, los cuales pueden llegar a sufrir impotencia debido a los nervios o a la ansiedad que les provoca sentirse de esta manera.

Se genera la clásica situación que se denomina como ?la pescadilla que se muerde la cola?. Por un problema del tipo del estrés en el trabajo, o el miedo a ser despedido, el hombre se siente mal, no es capaz de mantener relaciones y eso hace que se sienta vulnerable, lo que consigue que la situación se agrave.

Esto puede ser aún peor si el otro miembro de la pareja se lo reprocha, y a veces incluso no decir nada lo complica todo, ya que eso hace que la situación de malestar se haga mayor y la relación termine por romperse.

En el caso de la mujer, la impotencia no es un problema, pero la vulnerabilidad psicológica se manifiesta con una falta de deseo sexual continuado que puede llevar a la pareja a irse al traste, pues lo queramos o no, el sexo es una parte fundamental en una convivencia sana.

¿Qué soluciones existen?

Una primera solución es dejar atrás los miedos y hablar claro con nuestra pareja. Explicarle qué es lo que nos produce esa situación, por qué estamos así, la razón por la cual no tenemos deseo sexual o padecemos impotencia y pedirle ayuda.

De hecho, los expertos dicen que sentirnos vulnerables y hacer partícipe a la pareja incluso puede ser beneficioso para la relación a largo plazo, pues se aumenta la conexión al mostrarnos confiados.

En cuanto a la segunda solución, si la vulnerabilidad ya se manifiesta con problemas físicos como la impotencia, lo mejor es hablar con nuestro médico de familia, no ya para que nos recete pastillas contra la disfunción eréctil, sino con el fin de tratar los síntomas en origen.

Antes de medicarnos contra la ansiedad, los nervios, el estrés, etc., quizá convendría que hablásemos con un profesional como un psicólogo, el cual puede darnos una serie de pautas para que esa sensación de vulnerabilidad desaparezca o al menos se atenúe y no nos afecte tanto.

Solemos ser reticentes a hablar con estos profesionales, pero suele ser la mejor solución con el fin de ir mejorando poco a poco, siempre a la vez que hacemos lo mismo con nuestra pareja

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